El flautista de Hamelin siempre ha tenido una misteriosa capacidad de fascinación. 

Ha sido una leyenda de transmisión oral, un cuento popular, un poema y quizá, antes de nada, un hecho real. A pesar de su largo recorrido no hay una única interpretación para su historia, y esto nos encanta. Año tras año, siglo tras siglo, versión tras versión, ha ido recogiendo toda la fantasía y la musicalidad que han ido sembrando los que han abordado su historia. Nosotros también hemos querido adentrarnos en ella -una vez más la ancestral capacidad humana para la inventiva y la fabulación con el propósito de  revelar lo mágico-, y hemos descubierto su maravillosa alegría, su gracia y su inmensa poesía. Se nos antoja, como a su amigo el flautista, que cuando el niño cojo camina toca con su muleta la gran piel de tambor del mundo, la piel y el alma de todos nosotros. 

Vemos en 'El flautista' una gran metáfora. Está aquí para que volvamos a ser auténticos, para que estemos muy atentos al engaño y la manipulación, para que nos demos cuenta de lo poderosa que es la alegría, para que seamos conscientes de lo hermoso que es el sentimiento de solidaridad y comunidad, para que seamos libres. Ahí reside la arrebatadora fuerza de su magia, en su capacidad de transformarnos, de hacernos mirar dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor. El flautista viene de muy lejos y cuando siente que su cometido ha finalizado se marcha, pero ya ha ocurrido algo: se ha quedado para siempre en nuestros corazones. Su repertorio no es únicamente de dos canciones, una para llevarse a las ratas y otra para que le sigan los niños, su repertorio tiene infinidad de melodías, y desinteresadamente nos las regala para que todos, niños y mayores, seamos más felices. 

El flautista de Hamelin nació bajo el signo de la magia, y la sigue conservando. ¡Descúbrela con nosotros!