Versión, adaptación y dramaturgia de Edi Liccioli. La tragedia se presenta como una continuación ideal de la Orestíada de Esquilo y forma parte del corpus del “Teatro de Palabra” de Pasolini. Este retoma los personajes de la mitología griega y los actualiza, convirtiéndolos en figuras arquetípicas de una lucha política sin cuartel. Orestes representa el poder democrático que, manipulando hábilmente el consenso popular, se transforma en dominio de una sola clase (la burguesía), la cual necesita destruir todo vestigio del pasado para imponer su “revolución neocapitalista y consumista”. Electra, hermana de Orestes, se pone a la cabeza de las fuerzas que quieren defender el pasado, con sus valores y cultos. Al principio, los dos hermanos se encuentran en posiciones opuestas y, por tanto, enfrentados entre ellos, pero luego se alían para combatir al ejército de revolucionarios liderado por Pílades, el antiguo amigo de Orestes que ya no comparte su nueva estrategia política. El progreso aparentemente imparable de la sociedad democrática, con su innovación tecnológica y su “estado del bienestar”, condena la acción revolucionaria de Pílades al fracaso. Entonces, Pílades rechaza todo tipo de poder y se encamina hacia un solitario sacrificio.