LA BATALLA DE LOS AUSENTES
La Zaranda
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La
conmemoración de una batalla olvidada reúne a los exiguos restos de una
tropa. Apenas se distinguen ya de los fantasmas que evocan, los que quedaron
sepultados junto con el miedo y la gloria, en las trincheras. Se diría
vencidos por el tiempo, derrotados por las hostilidades del destino; sin
embargo, no han abandonado la esperanza de realizar una última gesta gloriosa.
En la reunión anual, planean perpetrar el asalto al poder, sueñan con un
desquite que termine con las injusticias.
Esta
‘Batalla de los ausentes’ se mueve entre lo elegíaco y la farsa,
constituyendo en clave de humor una alegoría descarnada de la actualidad.
Más
que son, fueron. Sobrevivientes de una guerra que nadie recuerda, por más que
no cejen en su intento vano de ganar una batalla contra el olvido,
magnificando aquellas escaramuzas, meras efemérides que a nadie interesan.
Una
metáfora de la vida como combate, en donde los tres actores clásicos de
Zaranda, su núcleo duro, son los restos de un ejército en desbandada, en esta
guerra sin cuartel que dura ya más de cuarenta años. Su lenguaje es su
desarbolada bandera en un mundo que amenaza el sentido poético de la existencia.
Combate inútil, que parece ser nuestra esencia cultural, lo quijotesco. Épica
para tres farsantes, sátira de todo poder humano, la dignidad y la fe como
acto de resistencia.
Esas
fueron siempre sus trincheras. Siempre derrotados, nunca vencidos. “Porque ya
es tarde y pronto va a oscurecer” (Lucas 24:29) dejan una luz prendida como
un faro en mitad de la tormenta que alumbre la esperanza.
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