MESTIZO Y FRONTERIZO
Tenía que hacérselo mirar y fue a consultar con el médico especialista,
quien analizó sus síntomas; el buen color, esa inaudita capacidad políglota
en el diálogo musical cuerpo a cuerpo, las desbordantes facultades adornadas
con el mejor de los sonidos..., y estableció su diagnóstico: Tengo que
comunicarle, señor Pitingo, que va a ser usted, mestizo y fronterizo. Y,
¡había motivo!, salimos a celebrarlo como que corresponde, grabando un disco
y preparando un espectáculo, conceptual, a la manera de la casa.
RACISMO 0. MÚSICA PARA LA INTERCULTURALIDAD
La interculturalidad procura una educación social crítica y reflexiva,
concibiendo el racismo como un problemón social a remediar urgente, cree en
la ley de vasos comunicantes que nos aúpa e iguala, en la convivencia con la
correspondiente asimilación de costumbres y normas ajenas a la cultura
propia, para mejorar todos unidos, sea del estado que sea cada cual. Pitingo
está por la labor porque es gitano y es gaché, creció al borde de La Raya, y
es flamenco de nativitate.
El flamenco, que se entere el globo entero, es uno de los mejores
ejemplos de interculturalidad ecuménica. Nacido en la Andalucía más pobre y
más sabia, supo conformar un lenguaje común reuniendo elementos afros,
judíos, árabes y cristianos, cantares de toda España e Hispanoamérica.
Pitingo, que es andaluz mestizo y fronterizo, manteniendo el rumbo
intercultural ha sido fiel a sus raíces flamencas, esas que le obligan a
seguir hermanándose con los sonidos enraizados de su planeta conocido,
atreviéndose a cruzar ríos, rayas, mares y montañas, océanos… La unión y la
música amansan las fieras que cada cual lleva dentro, creando un mundo más
grande, rico, solidario y generoso, haciendo a la gente cada vez más hermosa
en su singularidad, jamás pequeña en cerrada y egoísta mediocridad. Antes
unirse en salud, que morir por separado.
Y así abre Pitingo esta nueva aventura, Mestizo y Fronterizo, con ecos
del Continente Negro, sonidos de una infame esclavitud dichos con cantares de
gaditanas carceleras gitanas, la bajo-andaluza toná grande del desheredado,
para marchar sobre el compás flamenco hasta alcanzar la costa del Nuevo Mundo
y reencontrarse con el hermano afro, abogando por el “Fuera cadenas”.
Comienza un viaje de melómana hibridación que nos hará mover el cuerpo
y las manos, libres, a compás, y desembocará en la interpretación de himnos
generacionales para la hermandad del ser humano con orejas en buen estado de
uso ¿Quién se apunta?
José Manuel Gamboa
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